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La Gran Rebelión: Capítulo 9.- El Anticristo

EL ANTICRISTO

El chispeante intelectualismo como funcionalismo manifiesto del Yo psicológico, indubitablemente es EL ANTICRISTO.

Quienes suponen que el ANTICRISTO es un personaje extraño nacido en tal o cual lugar de la tierra o venido de este o de aquel país, están ciertamente completamente equivocados.

Hemos dicho en forma enfática que el ANTICRISTO no es en modo alguno un sujeto definido, sino todos los sujetos.

Obviamente el ANTICRISTO radica en el fondo de cada persona y se expresa en forma múltiple.

El intelecto puesto al servicio del espíritu resulta útil; el intelecto divorciado del espíritu deviene inútil.

Del intelectualismo sin espiritualidad surgen los bribones, viva manifestación del ANTICRISTO.

Obviamente el bribón en sí mismo y por si mismo es el ANTICRISTO. Desgraciadamente el mundo actual con todas sus tragedias y miserias está gobernado por el ANTICRISTO.

El estado caótico en que se encuentra la humanidad actual indubitablemente se debe al ANTICRISTO.

El inicuo de que hablara Pablo de Tarso en sus epístolas es ciertamente un crudo realismo de estos tiempos.

El inicuo ya vino y se manifiesta por doquier, ciertamente tiene el don de la ubicuidad.

Discute en los cafés, hace negociaciones en la ONU, se sienta cómodamente en Ginebra, realiza experimentos de laboratorio, inventa bombas atómicas, cohetes teledirigidos, gases asfixiantes, bombas bacteriológicas, etc., etc., etc.

Fascinado el ANTICRISTO con su propio intelectualismo, exclusividad absoluta de los sabihondos, cree que conoce todos los fenómenos de la naturaleza.

El ANTICRISTO creyéndose a sí mismo omnisciente, embotellado entre todo el podridero de sus teorías, rechaza de plano todo aquello que se parezca a Dios o que se adore.

La auto-suficiencia del ANTICRISTO, el orgullo y la soberbia que posee, es algo insoportable.

El ANTICRISTO odia mortalmente las virtudes cristianas de la fe, la paciencia y la humildad.

Toda rodilla se hinca ante el ANTICRISTO. Obviamente aquél ha inventado aviones ultrasónicos, barcos maravillosos, flamantes automóviles, medicinas sorprendentes, etc.

En estas condiciones, ¿quién podría dudar del ANTICRISTO? Quién se atreva en estos tiempos a pronunciarse contra todos estos milagros y prodigios del hijo de perdición, se condena a sí mismo a la burla de sus semejantes, al sarcasmo, a la ironía, al calificativo de estúpido e ignorante.

Cuesta trabajo hacer entender esto a las gentes serias y estudiosas, éstas en si mismas reaccionan, oponen resistencia.

Es claro que el animal intelectual equivocadamente llamado hombre, es un robot programado con kinder, primarias, secundarias, preparatoria, universidad, etc.

Nadie puede negar que un robot programado funciona de acuerdo con el programa, de ninguna manera podría funcionar si se le sacase del programa.

El ANTICRISTO ha elaborado el programa con el que se programan los robots humanoides de estos tiempos decadentes.

Hacer estas aclaraciones, poner énfasis en lo que estoy diciendo, resulta espantosamente difícil por estar fuera de programa, ningún humanoide robot podría admitir cosas que están fuera del programa.

Es tan grave esta cuestión y tan tremendos los enfrascamientos de la mente, que en modo alguno, un robot humanoide cualquiera, sospecharía ni remotamente que el programa no sirve, pues él ha sido arreglado de acuerdo con el programa, y dudar del mismo le parecería una herejía, algo incongruente y absurdo.

Que un robot dude de su programa es un adefesio, algo absolutamente imposible pues su mismísima existencia se debe al programa.

Desgraciadamente las cosas no son como las piensa el robot humanoide; existe otra ciencia, otra sabiduría, inaceptable para el robot humanoide.

Reacciona el humanoide robot y tiene razón en reaccionar pues no ha sido programado para otra ciencia ni para otra cultura, ni para nada diferente a su consabido programa.

El ANTICRISTO ha elaborado los programas del robot humanoide, el robot se prosterna humilde ante su amo. ¿Cómo podría dudar el robot de la sapiencia de su amo?

Nace el niño inocente y puro; la esencia expresándose en cada criatura es preciosa en gran manera.

Incuestionablemente la naturaleza deposita en los cerebros de los recién nacidos todos esos datos salvajes, naturales, silvestres, cósmicos, espontáneos, indispensables para la captura o aprehensión de las verdades contenidas en cualquier fenómeno natural perceptible para los sentidos.

Esto significa que el niño recién nacido podría por si mismo descubrir la realidad de cada fenómeno natural, desgraciadamente interfiere el programa del ANTICRISTO y las maravillosas cualidades que la naturaleza ha depositado en el cerebro del recién nacido pronto quedan destruidas.

El ANTICRISTO prohíbe pensar en forma diferente; toda criatura que nace, por orden del ANTICRISTO debe ser programada.

No hay duda de que el ANTICRISTO odia mortalmente aquel precioso sentido del Ser, conocido como "facultad de percepción instintiva de las verdades cósmicas".

Ciencia pura, distinta a todo el podridero de teorías universitarias que existen por aquí, por allá y acullá, es algo inadmisible para los robots del ANTICRISTO.

Muchas guerras, hambres y enfermedades ha propagado el ANTICRISTO en toda la redondez de la tierra, y no hay duda de que seguirá propagándolas antes que llegue la catástrofe final.

Desafortunadamente ha llegado la hora de la gran apostasía anunciada por todos los profetas y ningún ser humano se atrevería a pronunciarse contra el ANTICRISTO.