LAS SIETE SENDAS DE LA FELICIDAD
Dentro de ese intrincado y confuso laberinto de teorías seudo-esotéricas y seudo-ocultistas, es ciertamente mucho lo que se dice y discute en relación con los siete rayos de acción cósmica.
¡Máquinas humanas con lenguas viperinas que dicen maravillas!. Gentes que duermen sobre la faz de la tierra; bípedos tricerebrados o tricentrados que no solamente ignoran sino que además ignoran que ignoran. ¡Máquinas!, Que pasan y van y vienen... hablad, discutid si os place, pero en verdad os digo que nada sabéis...
Experiencia mística directa, eso es saber, más en verdad la vivencia esotérica, el éxtasis, es solo para hombres de CONCIENCIA despierta. ¿Queréis dejar de ser máquinas?, Enhorabuena, os felicito, pero empezad por despertar.
¡Ah! Si las gentes despertaran, si dejaran de ser máquinas... que distinta seria la vida. ¡Parece increíble!, Pero con solo un diez por ciento de CONCIENCIA despierta, desaparecerían las guerras y reinaría la paz en este valle de lágrimas.
Sabedlo soberanos y vasallos, próceres y mendigos, que vuestras miserables existencias son tan solo un tejido de sueños.
En el ignoto piélago la nave, sigue el azar del ímpetu de un ave. ¿Adónde va? Ni siquiera el navegante genovés lo sabe, pues duerme.
Dentro de esta trágica conciencia que llevamos dentro, hay tristezas que levantan y júbilos que desdoran; hay regocijos que lloran y sufrimientos que cantan y el animal intelectual siempre mata lo que más adora.
CONCIENCIA que duermes, qué distinta serias si despertaras; Conocerías las siete sendas de la felicidad; brillaría por todas partes la luz de tu amor; se regocijarían las aves entre el misterio de sus bosques; resplandecería la luz del espíritu y alegres los elementales de la naturaleza cantarían para ti versos de oro.
Una noche cualquiera, no importa cual, ni la fecha, ni el día, ni la hora, platicaba yo con un ADEPTO de la BLANCA HERMANDAD en el UNIVERSO PARALELO de la QUINTA DIMENSIÓN; la conversación era en verdad suave y deliciosa y corría lentamente como un río de oro bajo la selva espesa del sol. De pronto, bajo el follaje sublime del árbol de la vida, le interpelé así: ¿Tiene usted cuerpo físico? ¿Está usted consciente?".
Es obvio, ostensible, que las respuestas me dejaron plenamente satisfecho: "Sí, estoy despierto, tengo cuerpo físico, pero en estos momentos siento que mi CONCIENCIA comienza a dormirse por grados, lentamente, poco a poco, conforme mi vehículo denso me atrae, hacia eso que llaman estado de vigilia. Lo más interesante fue aquel momento inefable en que el ADEPTO flotando extático en el ambiente sideral, juntó beatíficamente sus dos pies en tal forma que las plantas de éstos hicieron contacto entre sí; entonces, es evidente que pareció fortalecerse; su conciencia recobró lucidez.
Es claro que yo imité su ejemplo y el ADEPTO me explicó la clave diciéndome: "Con este secreto, tu podréis resistiros a la atracción magnética del cuerpo denso y así podréis permanecer fuera todo el tiempo que queráis".
Resulta ostensible, palpable y claro que solo ADEPTOS así, hombres de verdad, conscientes y despiertos, saben lo que son los siete caminos. En la noche cósmica las siete sendas de la felicidad no existen y solo el UNO respira inanimado y por sí.
Antes de que el corazón del sistema solar comenzara a palpitar intensamente, las causas del dolor no existían porque no había nadie que las produjese y fuere aprehendido por ellas.