CAPÍTULO 2°
"Y apareciósele el ángel de Jehová en una llama de fuego, en medio de una zarza, y él miró y vio que la zarza ardía en fuego y que la zarza no se consumía". Capítulo tercero, versículo 2, del Éxodo.
La llama ardiente entre la Zarza del Oreb, es el espíritu humano. El espíritu humano es el Hombre Real y verdadero, el hombre de fuego, nuestro Real Yo, aquel Ruach Elohim que según Moisés labrara las aguas en el principio del mundo. El mago triunfador de la Serpiente. Nuestra divina Seidad, ardiendo en nuestro sistema nervioso central.
Continúa el santo de la revelación diciendo en el Apocalipsis, versículo 12: "Y me volví a ver la voz que hablaba conmigo y vuelto vi siete candelabros, uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba a los pies".
EL AMOR
El Amor es el Sumum de la sabiduría. El Amor es la vida que palpita en cada átomo como palpita en cada Sol.
El Amor no se puede definir, porque si se define se desfigura. El Amor se siente en lo hondo del corazón, como una vivencia íntima y deliciosa, como una música inefable, como un néctar embriagador, indefinible y místico. Un pañuelito, un retrato del ser amado, una carta, exalta nuestro espíritu y nos hacen comulgar con la música inefable de las esferas.
El Amor es un quinto elemento de la Naturaleza en proceso de evolución. Día llegará en que ese quinto elemento de la Naturaleza, transformará la faz de la Tierra y se manifestará materialmente como la tierra, como el aire, como el agua y como el fuego. Entonces podremos fabricar objetos de Amor, y aunque a muchos parecerá una fantasía este concepto del autor, el místico ocultista sabe que eso es así.
LA GRAN BATALLA
En Jeremías, capítulo 21, versículo 8, se lee: "he aquí que yo pongo delante de vosotros dos caminos: el de la vida y el de la muerte".
El hombre puede aprovechar la mujer para redimirse o para hundirse en las tinieblas donde existe el llanto y el crujir de dientes.
Desde el amanecer de la vida existe una gran batalla entre los poderes de la luz y los poderes de las tinieblas. Esa gran batalla entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, entre los dioses del crepúsculo y los terribles señores de las cavernas tenebrosas, es la lucha entre el bien y el mal. Esa lucha se efectúa en nuestra atmósfera planetaria, en esa esencia brillante que palpita en el aire y que se mezcla con el aire que respiramos, pero sin confundirse con el aire.
LAS SIETE IGLESIAS
Nuestro Cuerpo Astral tiene como ya dijimos siete soles. En correspondencia con siete glándulas importantes de nuestro organismo, y esto es precisamente lo que vamos a estudiar en el presente capítulo.
Nuestro Cuerpo Astral está en íntimo contacto con el sistema nervioso gran simpático, ese es el timón, la palanca desde donde el Alma maneja su cuerpo. Así pues, el sistema central cerebro espinal, es la sede del Intimo, y el sistema secundario; la sede de nuestra Alma.
Entremos ahora a estudiar las siete iglesias, a la luz de ese libro que los católicos ni los protestantes han podido comprender, y que se llama el Apocalipsis. "Juan a las siete iglesias que hay en Asia, (es decir a los siete centros magnéticos de nuestro organismo) gracias a vosotros, y paz de aquel que es y que será y que ha de venir y de los siete espíritus que están delante de su trono", (el trono del Intimo es el cuerpo y los siete espíritus, son jerarcas divinos que rigen los siete centros magnéticos de nuestro maravilloso organismo).
LA ALEGRÍA, LA MÚSICA, EL BAILE Y EL BESO
En los hogares de los iniciados sólo reina la alegría y la felicidad. En los hogares de los iniciados nunca hay lágrimas ni dolor. El hombre sabe perdonar los defectos personales de su esposa y ella su vez, sabe perdonar los defectos de su marido.
El hogar del Iniciado, es un paraíso donde sólo reina la alegría, la música, el baile y el beso. En los hogares gnósticos los niños son educados entre la música, el baile y el beso puro de sus padres. El hogar gnóstico está representado por la sagrada familia.
En el hogar gnóstico sólo hay Amor, y música. Allí los cantos deliciosos, allí la música inefable, allí las flores perfumadas embalsamando el aire. Y juegan los niños llenando de alegría a sus padres, que sólo saben amarse eternamente. Y en medio de su adoración, danzan alegremente, como danzan las estrellas entre las músicas de las esferas.
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