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Magia Cristica Azteca: Capítulo 1.- Lo que Jamás se ha explicado

MONOGRAFÍA Nº 1

LO QUE JAMÁS SE HA EXPLICADO

"Y había Jehová Dios plantado un huerto en el Edén al oriente, y puso allí al hombre que había formado; y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra a todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer; también el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal".

El Edén es el mismo sexo. En el Edén están los dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida es la médula espinal. El árbol de la ciencia del bien y del mal es la fuerza sexual.

"Y mandó Jehová Dios al hombre diciendo: de todo árbol del huerto comerás, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás".

"Un ramo de enormes lirios negros y de flores rojas estaba colocado en un jarro de plata y encima de un altarcito indio, lleno de copones de oro y bronce, se alzaba una estatua pequeña y extraña: una especie de diosa andrógina, de brazos frágiles, torso bien moldeado, caderas deprimidas, demoníaca y encantadora, tallada en ónix negro purísimo, desnuda completamente. Dos esmeraldas incrustadas en sus párpados brillaban de modo extraordinario, y entre los muslos bien torneados, en el bajo vientre, en el sexo, burlona y amenazadora, se veía a una pequeña calavera".

El hombre y la mujer nacieron para amarse. "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y allegarse a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adam y su mujer, y no se avergonzaban porque aún no habían comido del fruto prohibido, delicioso a la vista y agradable al paladar".

 Ese fruto prohibido es el sexo. Empero, la serpiente del instinto sexual era astuta y dijo a la mujer: "conque Dios os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto". Y la mujer respondió a la serpiente: "Del fruto de los árboles del huerto comemos, mas del fruto del árbol que está en medio del huerto, dijo Dios: "No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis". Empero, la serpiente del instinto sexual sedujo a la mujer diciéndole: "Mas sabe Dios que el día que comiereis de él serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal".

En el Edén los seres humanos eran inocentes porque aún no habían fornicado. Los hombres y mujeres del Edén comían los frutos del árbol de la vida, y los cuatro ríos de las aguas puras de vida nutrían a las raíces de los árboles del huerto.

Los hombres y mujeres del Edén gozaban de las delicias del amor entre los bosques profundos de un viejo continente que llamaban Lemuria.

"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido; él comió así como ella".

"Y fueron abiertos los ojos de entre ambos, y conocieron que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales".

Así fornicaron y sacóles Jehová Dios del Huerto del Edén. "Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto del Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía a todos lados para guardar el camino del árbol de la sabiduría".

El hombre perdió sus poderes divinos cuando violó el sexto mandamiento de la Ley de Dios, que dice: "No fornicar".

En los tiempos antiguos los hombres y las mujeres eran verdaderos magos que tenían poder sobre el fuego de los volcanes, sobre el viento y los huracanes, sobre las tormentas del mar y sobre los grandes terremotos.

Cuando el hombre fornicó tuvo que trabajar con dolor porque perdió sus divinos poderes, y cardos y espinas le produjo este valle de amarguras.

Antiguamente, cuando el hombre no había salido del Edén, el acto sexual sólo se verificaba dentro del recinto sagrado de los templos de misterios bajo la dirección de los ángeles. Así nacían hombres y mujeres puros entre las espesas selvas de la Lemuria.

Práctica

Acuéstese en su lecho boca arriba, relaje todos los músculos de su cuerpo y ponga su mente en blanco. No pensará absolutamente en nada durante treinta minutos en seis días de la semana, a una misma hora, antes de quedarse dormido.

El Maestro