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El Cristo Social: Capitulo 7.- La Mente Corazón

LA MENTE-CORAZÓN

LA MENTE CORAZÓN DEL ANIMAL INTELECTUAL llamado hombre está llena de vanas teorías y supuestos mentales que a nada bueno pueden conducirnos.

Los intelectuales modernos quieren hacer un mundo nuevo de acuerdo con el fantástico modelo que ellos han fabricado en su mente.

Los líderes políticos hacen asombrosas promesas a las sufridas y hambrientas muchedumbres con el propósito de lograr el poder, y una vez satisfechos su ambición, se ríen a sus anchas del pobre pueblo imbécil.

El mundo está en crisis y por todas partes hay guerras y rumores de guerras, promesas y burlas, fusilamientos y partidos políticos que se combaten mutuamente.

Es absurdo suponer que podemos salir de este caos social con todas sus luchas y miserias, si individualmente no nos resolvemos de verdad a un cambio radical y definitivo.

Son inútiles los golpes de estado, las sangrientas dictaduras las revoluciones de sangre y aguardiente.

Si verdaderamente queremos un cambio radical absoluto, necesitamos primero cambiar nosotros mismos individualmente.

Lo que nosotros somos como individuos, es el mundo. Realmente el mundo es el individuo porque el mundo es una suma de individuos. El problema del mundo es el del individuo.

Si el individuo no cambia internamente, el mundo tampoco cambiará aún cuando muchos le quieran cambiar basándose en doctrinas extremistas, revoluciones sangrientas, dictaduras abominables, etc.

Si estudiamos detenidamente nuestros problemas íntimos, tenemos que llegar a la conclusión lógica de que ningún líder puede resolvernos esos problemas.

Lo que yo soy, es de hecho, el partido, el grupo, la familia, la sociedad, la patria.

El individuo es el principio y el fin de todo orden de cosas. Si queremos una transformación radical de este mundo amargo y doloroso, necesitamos transformarnos individualmente cada uno, y en forma verdaderamente muy íntima.

Necesitamos con suma urgencia establecer con firmeza en nuestra mente, los valores positivos del espíritu.

Cuando los valores groseros del mundo ocupan nuestra mente, el resultado es hambre, miseria, guerra, ignorancia, enfermedades, etc., etc., etc.

Sólo a partir de comprensión profunda podemos resolver en forma positiva y verdadera, todos los problemas económicos y sociales que nos afligen y torturan.

La opresión y la explotación, la agresividad y la crueldad económica de esos tiempos, se deben al olvido de los valores eternos del espíritu.

No se deshacen las tinieblas a manotazos, sino trayendo luz. Tampoco se deshace el error combatiéndolo con violencia, sino enseñando la verdad.

Las doctrinas políticas establecidas por medio de la violencia, no consiguen jamás acabar con el personalismo, la codicia, la ambición, el egoísmo y la competencia.

Cuando el ser humano está acorralado por la ley, busca substitutos para su propia satisfacción personal.

Los substitutos se convierten en vehículos de nuestros propios errores, odios, egoísmos, celos, ambiciones, etc., etc., etc. Así las dictaduras quedan burladas.

El fin del Zar y su familia Real, tuvo el substituto de Lenin, Stalin, Kruschev, y toda la camarilla del Kremlin.

El capital individual tuvo el substituto del capital de estado, y la burguesía fue reemplazada por una nueva burguesía disfrazada de proletaria.

Todas las ambiciones antiguas se disfrazaron en Rusia con la Doctrina de Marx y de Lenin.

Todos los vicios y maldades se multiplicaron en secreto, y se recrudeció la crueldad por la falta de los valores eternos.

Si nosotros amamos de verdad a la humanidad, si nosotros queremos cooperar en la iniciación de esta nueva era que está comenzando, es necesario que haya dentro de cada individuo, voluntaria e inteligente transformación intima.

Este cambio íntimo seguramente no ha de producirse por medio de ninguna forma de violencia o coacción desde afuera, porque si así fuera el resultado sería nuevos desastres sociales y amarguras. La regeneración íntima debe ser voluntaria, inteligente, y no obligada.

Debemos ser sinceros con nosotros mismos y hacerle la disección al yo con el tremendo bisturí de la autocrítica.

Es absurdo criticar los errores ajenos. Lo fundamental es descubrir nuestros errores y luego desintegrarlos basándonos en análisis y muy profunda comprensión.

Cuando un error ha sido totalmente comprendido en forma íntegra, y en todos los niveles más hondos de la mente se desintegra inevitablemente.

Así es como podemos disolver el yo. Sólo con la muerte del yo podemos de verdad hacer un mundo mejor.

Necesitamos liberar la mente y el corazón de toda clase de maldades, si es que realmente queremos transformarnos íntimamente para bien de la sociedad.