• Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

El Misterio del Aureo Florecer: Capitulo 30.- Hombres Despiertos

HOMBRES DESPIERTOS

El monje despierto llamado Tien Jan fue a visitar al Venerable Maestro Hui Chang.

Al llegar, preguntó muy solemnemente a cierto asceta ayudante si el “Maestro Real” estaba en casa. El místico contestó:

-“Sí, pero no recibe visitas”. Tien Jan dijo:

-“¡Oh!, lo que dices es demasiado profundo y extraño!” El anacoreta ayudante replicó:

-“Ni siquiera los ojos del Buda lo pueden ver”. Entonces argumentó Tien Jan.

-“¡La hembra del Dragón pare un Dragoncito y la del Fénix pare un pequeño fénix!” Y luego se retiró.

Más tarde, cuando Hui Chang salió de la Meditación en que se hallaba y se enteró de lo que había ocurrido en su casa, golpeó al religioso asistente.

Cuando Tien Jan se enteró de esto, hizo el siguiente comentario: “Este viejo merece ser llamado el Maestro Real”.

Al día siguiente Tien Jan, el hombre de Conciencia despierta, volvió a visitar al Gurú Hui Chang.

De acuerdo con las exóticas costumbres orientales, en cuanto divisó al Gurú extendió sobre el suelo su manta (como disponiéndose a sentarse para recibir sus enseñanzas). Hui Chang dijo:

-“No es necesario, no es necesario”. Tien Jan retrocedió un poco y el Maestro Real dijo enfáticamente:

-“Está bien, está bien”. Empero, en forma inusitada. Tien Jan avanzó nuevamente unos cuantos pasos. Entonces el Maestro Real dijo:

-“No, no”. Empero, Tien Jan lo comprendió todo, dio una simbólica vuelta alrededor del Hierofante y se fue.

Más tarde el Venerable comentó: “Mucho tiempo ha pasado desde los días de los Bienaventurados. La gente es ahora muy holgazana. Dentro de treinta años será muy difícil encontrar un hombre como éste”.

¡Extrañas actitudes! ¡Pláticas telepáticas instantáneas! “intuitos” que relampaguean...

Explicar todo esto sería como castrar la enseñanza: nuestros muy amados lectores deben captar su honda significación...

Hui Chang poseía el “Embrión Áureo”: es ostensible que había realizado en sí mismo el “Vacío Iluminador”.

Tien Jan era también un hombre con Conciencia despierta, alguien que aunque no hubiese todavía Auto-Realizado el Vacío, poseía la “Flor Áurea”.

Huang Po encontró una vez a un monje despierto y caminó junto a él. Cuando llegaron cerca de un río borrascoso, que furioso se precipitaba entre su lecho de rocas, Huang Po se quitó por un momento su sombrero de bambú y, dejando a un lado su bastón, se detuvo a pensar cómo podrían pasar.

Estando en estas reflexiones, de pronto algo insólito sucede; el otro monje caminó sobre las aguas tormentosas del río sin dejar que sus pies tocaran el agua, y llegó enseguida a la otra orilla.

Cuentan viejas tradiciones que se pierden en la noche de los siglos, que cuando Huan Po vio el milagro, se mordió los labios y dijo: “¡Oh! no sabía que podía hacer eso; de saberlo lo hubiera empujado hasta el fondo del río”.

Estos poderes milagrosos son sencillamente los productos naturales de la Verdadera Iluminación y los tienen los hombres despiertos, aquellos que ya fabricaron el “Embrión Áureo” en la “Fragua Encendida de Vulcano” (el Sexo).

Chang Chen-Chi nos cuenta el siguiente relato:

“El Maestro Zen Pu Hua había sido ayudante de Lin Chi. Un día decidió que había llegado el momento de morir y, entonces, se dirigió al mercado y pidió a la gente que le dieran por caridad un vestido. Pero, cuando algunas personas le ofrecieron el vestido y otras ropas, él las rehusó y siguió marchando con el bastón en la mano”.

“Cuando Lin Chi oyó esto, persuadió a algunas personas que dieran a Pu Hua un ataúd. Así, ofrecieron un ataúd a Pu Hua. El sonrió y dijo a los donadores. Este individuo, Lin Chi, es realmente malo y charlatán”.

“Después aceptó el ataúd y anunció a la gente: Mañana saldré de la ciudad por la puerta del Este y moriré en algún rincón de los suburbios del Este.

Al día siguiente mucha gente de la ciudad, llevando el ataúd lo escoltaron hasta la puerta del Este. Pero súbitamente él se detuvo y exclamó: Oh, no, no, según la Geomancia, este día no es auspicioso. Es mejor que muera mañana en un suburbio del Sur.

Así, al día siguiente, todos se encaminaron a la puerta del Sur, pero Pu Hua cambió otra vez de idea, y dijo a la gente que prefería morir al día siguiente, en el suburbio del Oeste.

Mucha menos gente fue a escoltarle al día siguiente. Y nuevamente Pu Hua cambió de idea, diciendo que postergaba su partida de este mundo un día más y que entonces moriría en un suburbio del Norte. Para entonces la gente se había cansado del asunto y, así, nadie le escoltó al día siguiente.

Pu Hua tuvo que llevar él mismo el ataúd hasta el suburbio del Norte. Cuando llegó se metió en el ataúd, siempre con el bastón en la mano, y esperó que llegaran algunos transeúntes. Entonces les pidió que clavaran el ataúd una vez que él hubiera muerto. Cuando ellos consintieron, él se echó y murió.

Entonces, (continúa diciéndonos Chang Chen-Chi), los transeúntes clavaron el cajón, como lo habían prometido.

Las noticias de este hecho llegaron pronto a la ciudad y la gente empezó a llegar a montones. Alguien sugirió entonces que abrieran el ataúd para echar un vistazo al cadáver, pero al hacerlo, ante su sorpresa, no encontraron nada.

Antes de recobrarse de la sorpresa oyeron, desde el cielo, el sonido familiar de las campanillas del bastón que Pua Hua había llevado toda su vida.

Al principio el campanilleo era violento, porque estaba muy cerca; después se volvió más y más débil, hasta que finalmente desapareció enteramente. Nadie supo a dónde había ido Pu-Hua”.