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El Misterio del Aureo Florecer: Capitulo 27.- La Escuela Hinayana

LA ESCUELA HINAYANA

La conquista del Ultra-Mare-Vitae o Mundo Súper-Liminal y Ultra-Terrestre, sería algo más que imposible si cometiésemos el error de subestimar a la mujer.

El verbo delicioso de Isis surge de entre el seno profundo de todas las edades aguardando el instante de ser realizado.

Las palabras inefables de la Diosa Neith han sido esculpidas con letras de oro en los muros resplandecientes del Templo de la Sabiduría:

“YO SOY LA QUE HA SIDO, ES Y SERÁ, Y NINGÚN MORTAL HA LEVANTADO MI VELO”.

La primitiva religión de Jano o Jaino, es decir, la Áurea Solar, Quiritaria y Súper-humana doctrina de los Jinas, es absolutamente sexual, tú lo sabes.

Escrito está con carbones encendidos en el Libro de la Vida, que durante la Edad de Oro del Lacio y de la Liguria, el Rey Divino Jano o Saturno (I.A.O., Baco, Jehová, Iod-Heve), imperó sabiamente sobre aquellas santas gentes, tribus arias todas, aunque de muy diversas épocas y orígenes.

Entonces ¡Oh, Dios mío!... como en épocas semejantes de otros pueblos de la antigua Arcadia, podía decirse que convivían felices Jinas y hombres.

Dentro del inefable idilio místico comúnmente llamado “Los Encantos del Viernes Santo”, sentimos en el fondo de nuestro corazón que en los órganos sexuales existe una fuerza terriblemente divina que lo mismo puede liberar que esclavizar al hombre. La energía sexual contiene en sí misma el arquetipo viviente del auténtico Hombre Solar, que debe tomar forma dentro de nosotros mismos.

Muchas almas sufrientes quisieran ingresar en el Monsalvat Trascendente, más desgraciadamente esto es algo más que imposible debido al Velo de Isis, o Velo Sexual Adámico.

Entre la bienaventuranza inefable de los paraísos Jinas, existe ciertamente una humanidad divina que es invisible a los sentidos de los mortales debido a sus pecados y limitaciones, nacidas del abuso sexual.

Escrito está y con caracteres de fuego en el Gran Libro de la Vida, que en la Cruz Jaina o Jina se esconde milagrosamente el secreto indecible del Gran Arcano, la clave maravillosa de la Transmutación Sexual.

No es difícil comprender que tal Cruz Mágica es la misma Svástica de los grandes misterios.

Entre el éxtasis delicioso del Alma que anhela podemos y hasta debemos ponernos en contacto místico con Jano, el austero y sublime hierofante Jina que en el viejo continente Mu enseñara la Ciencia de los Jinas.

En el Tíbet secreto existen dos escuelas que se combaten mutuamente: quiero referirme claramente a las instituciones Mahayana y Hinayana.

En nuestro próximo capítulo hablaremos sobre la primera de estas dos instituciones; ahora sólo nos preocuparemos por la escuela Hinayana.

Es ostensible que el Camino Hinayana resulta en el fondo profundamente Búdhico y Crístico.

En este misterioso camino encontramos con asombroso místico a los fieles custodios del Santo Grial, o de la Piedra Iniciática, es decir, de la Suprema Religión Síntesis, que fue la primitiva de la humanidad: la Doctrina de la Magia Sexual.

Jana, Swana o Jaina, es pues la doctrina de ese viejo Dios de la lucha y de la acción, llamado Jano, el Señor Divino de dos caras, transposición andrógina del Hermes egipcio y de muchos otros dioses de los panteones mayas-quiches y aztecas, cuyas imponentes y majestuosas esculturas cinceladas en la roca viva aun se pueden ver en México.

El mito greco-romano conserva todavía el recuerdo del destierro de Jano o Jainos a Italia, por haberle arrojado del cielo Cronos o Saturno, es decir, la recordación legendaria de su descenso a la Tierra como instructor y guía de la humanidad para dar a ésta la primitiva Religión Natural Jina o Jaina.

Janna o Jaina es también obviamente la maravillosa doctrina chino-tibetana de Dan, Chhan Dzan, Shuan, Ioan, Huan o Dhyan-Chohan, características de todas las escuelas esotéricas del mundo ario con raíces en la sumergida Atlántida.

La Doctrina Secreta, la Doctrina Jaina primitiva, se fundamenta en la Piedra Filosofal, en el Sexo, en el Sahaja Maithuna.

Doctrina gnóstica infinitamente superior, por más antigua al propio brahmanismo, la primitiva escuela Hinayana, la del estrecho sendero que conduce a la Luz.

Doctrina de salvación realmente admirable, de la que en Asia Central y en China quedan muchísimos recuerdos, como quedan también en la masonería universal, donde aun encontramos, por ejemplo, la supervivencia de la simbólica cruz jaina o Swástica (de Swan, el Hamsa, el Cisne, el Ave Fénix, la Paloma del Espíritu Santo o Paráclito, Alma del Templo del Grial, Nous o Espíritu que no es sino el Ser o Dyhani del hombre).

Aun en estos tiempos modernos todavía podemos hallar rastros en Irlanda de esos 23 profetas dijnas o conquistadores de Almas que fueron enviados en todas las direcciones del mundo por el fundador del jainismo, el Rishi-Baja-Deva.

En instantes en que escribo estas líneas vienen a mi memoria recuerdos trascendentales.

En uno de tantos pasillos de un antiguo palacio, no importa la fecha, ni la hora, bebiendo agua con limón en copas deliciosas de fino bacará, junto con un grupo muy selecto de Elohim, dije:

-Yo necesito descansar por un tiempo entre la felicidad; hace varios Mahamvantaras estoy ayudando a la humanidad y ya estoy cansado”.

-“La mayor felicidad es tener a Dios adentro”, contestó un arcángel muy amigo...

Aquellas palabras me dejaron perplejo, confundido; pensé en el Nirvana, en el Maha-Paranirvana, etc.

Habitando en regiones de tan intensiva felicidad, ¿podría acaso alguna criatura no ser feliz? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Por no tener la Mónada dentro?

Lleno pues de tantas dudas resolví consultar al viejo sabio Jano, el Dios viviente de la ciencia Jinas.

Antes de entrar en su morada hice ante el Guardián un saludo secreto; avancé ante los vigilantes y les saludé con otro saludo y por último tuve la dicha de encontrarme frente al Dios Jano.

-“Falta otro saludo”, dijo el Venerable.

-“No hay mejor saludo que el del corazón tranquilo”. Así respondí a tiempo que devotamente ponía mis manos en el cardias.

-“Está bien”, dijo el Sabio.

Cuando quise hacerle preguntas que disiparan mis consabidas dudas, el Anciano sin hablar ni una sola palabra depositó la respuesta en el fondo de mi Conciencia.

Tal respuesta podemos resumirla así:

“Aunque un hombre habitara en el Nirvana o en cualquier otra región de dichas infinitas, si no tiene a Dios adentro, no sería feliz”.

“Empero, si viviese en los mundos infiernos o en la cárcel más inmunda de la Tierra, teniendo a Dios adentro sería feliz”.

Concluiremos este capítulo diciendo: la Escuela Hinayana, con su esoterismo de fondo, nos conduce por la Vía Sexual hasta la encarnación del Verbo y la Liberación Final. Oremus...