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La Revolución de la Dialectica: Capítulo 57.- Probistmo

PROBISTMO

Probistmo, es la ciencia que estudia las esencias mentales que encarcelan al alma. Probistmo es la ciencia de las pruebas esotéricas.

Probistmo, es aquella sabiduría interna que nos permite estudiar las cárceles del entendimiento.

Probistmo es la ciencia pura que nos permite conocer a fondo los errores de las mentes individuales.

La mente humana debe libertarse del miedo y de las apetencias. La mente humana debe liberarse de las ansias de acumulación, de los apegos, de los odios, de los egoísmos, de las violencias, etc.

La mente humana debe liberarse de los procesos del razonamiento que dividen la mente en el batallar de las antítesis.

Una mente dividida por el proceso deprimente de la opción no puede servir de instrumento al Íntimo.

Hay que cambiar el proceso del razonamiento por la belleza de la comprensión.

El proceso de la elección conceptual divide a la mente y da nacimiento a la acción errada y al esfuerzo inútil.

El deseo y las apetencias son trabas para la mente. Esas trabas conducen al hombre a toda clase de errores cuyo resultado es el Karma.

El miedo ejerce sobre la mente el deseo de seguridad. El deseo de seguridad esclaviza la voluntad convirtiéndola en una prisionera de auto‑barreras definitivas, dentro de las cuales se esconden todas las miserias humanas.

El miedo trae toda clase de complejos de inferioridad. El miedo a la muerte hace que los hombres se armen, y que unos a otros se asesinen. El hombre que carga revólver al cinto es un cobarde, un miedoso. El hombre valeroso no carga armas porque no le tiene miedo a nadie.

El miedo a la vida, el miedo a la muerte, el miedo al hambre, el miedo a la miseria, el miedo al frío y a la desnudez, engendran toda clase de complejos de inferioridad. El miedo conduce a los hombres a la violencia, al odio, a la explotación, etc.

La mente de los hombres vive de cárcel en cárcel, y cada cárcel es una escuela, una religión, un concepto errado, un prejuicio, un deseo, una opinión, etc.

La mente humana debe aprender a fluir seriamente, en forma integral, sin el proceso doloroso de los razonamientos que la dividen con el batallar de las antítesis.

La mente debe volverse como un niño para que pueda servir de instrumento al Íntimo.

Debemos vivir siempre en el presente porque la vida es tan sólo un instante eterno.

Debemos liberarnos de toda clase de preconceptos y deseos. Debemos movernos únicamente bajo los impulsos del Íntimo. La codicia, la ira, la lujuria, tienen su guarida en la mente. La codicia, la ira, la lujuria, conducen a las almas al Avitchi.

El hombre no es la mente. La mente es tan sólo uno de los cuatro cuerpos de pecado. Cuando el hombre se identifica con la mente va al abismo.

La mente es tan sólo un pollino en el que debemos montar para entrar en la Jerusalén celestial en Domingo de Ramos.

Cuando la mente nos asedie con representaciones inútiles, hablémosle así: ¡Mente, retírame estas representaciones, no te las acepto, tú eres mi esclava y yo soy tu señor!.

Cuando la mente nos asedie con representaciones de odio, miedo, cólera, apetencias, codicia, lujuria, etc., hablémosle así: ¡Mente, retírame estas cosas, no te las acepto, yo soy tu amo, yo soy tu señor y tú debes obedecerme porque eres mi esclava hasta la consumación de los siglos!.

Ahora necesitamos hombres de Thelema, hombres de voluntad que no se dejen esclavizar por la mente.