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Tratado Esotérico de Magia Rúnica: Capitulo 18.- El Deforme Gigante Polifemo

EL DEFORME GIGANTE POLIFEMO

Recordad hombres y DIOSES, aquella tierra maldita donde antes habitara inmundo el deforme gigante POLIFEMO, acompañado siempre por un centenar de hermanos suyos, iguales a él en crueldad y en monstruosa estatura.

ULISES el astuto guerrero destructor de ciudades, acompañado por su gente se refugió en la cueva del Ogro y este sin respetar hospitalidad alguna comenzó a devorarse a todos los huéspedes.

Empero el sagaz guerrero, hábil, mañoso y agudo en toda clase de engaños, consiguió embriagar con delicioso vino a aquel descomunal gigante harto de humana carne.

Dormía el monstruo de espaldas en el suelo, junto al hogar, y vomitaba vino mezclado con piltrafas de carne de los que había sacrificado inhumanamente. Oportunidad nada despreciable para un guerrero metido en la boca del lobo y es claro que el Rey de ITACA, (ULISES), supo sacar buen partido de ella.

Cuenta la leyenda de los siglos que el astuto guerrero, taimado y artero cual ninguno, cogió una estaca de aguda punta endurecida al fuego y la clavó sin consideración alguna en el ojo frontal del coloso, huyendo después precipitadamente lejos de aquella caverna.

ENEAS el ínclito varón troyano, pudo verificar la realidad de esta historia, cuando navegaba rumbo a la tierra del Lacio.

Desembarcó con su gente en aquella tierra inhóspita, escuchó el relato de labios de AQUEMENIDES y vio comparecer a POLIFEMO por entre sus rebaños y se dirigió hacia el mar por la parte en que había un alto acantilado.

Poseídos de pánico los troyanos, se embarcaron con sigilo llevándose a Aqueménides y cortaron las amarras.

El gigante sintió el batir de los remos y aunque no pensó en perseguir a los navegantes, clamó con gran voz como cuando un león ruge y cien titanes aparecieron semejantes en estatura a los altos cedros o a los pinos que adornan el bosque sagrado de DIANA.

Estos son, pues los "GIGANTES" de la antigüedad, los GIBBORIM ante y postdiluvianos de la Biblia.

Vengan a mi memoria las cinco estatuas de Bamián redescubiertas por el famoso viajero chino Hiouen Thsang.

La más grande representa la primera Raza humana cuyo cuerno PROTOPLASMÁTICO, semi-etérico, semi-físico, está así conmemorado en la dura piedra imperecedera, para instrucción de las generaciones futuras; pues de otro modo su recuerdo no hubiera jamás sobrevivido al Diluvio Atlántico.

La segunda, de 120 pies de alto representa con entera claridad al nacido del sudor, la Raza Hiperbórea.

La tercera mide 60 pies e inmortaliza sabiamente a la Raza Lémur que habitó en el Continente MU o LEMURIA situado en el océano Pacífico; sus últimos descendientes se hallan representados en las famosas estatuas encontradas en la Isla de Pascua.

La Cuarta Raza representada por la correspondiente estatua, vivió en el continente ATLANTE situado en el océano ATLÁNTICO y fue aun más pequeña aunque gigantesca en comparación con nuestra actual quinta Raza.

La última de estas cinco imágenes resulta siendo un poco más alta que el término medio de los hombres altos de nuestra raza actual. Es obvio que esa estatua personifica a la humanidad ARIA que habita en los continentes actuales.

Existen por ahí en todos los rincones del mundo, ruinas ciclópeas y piedras colosales como testimonio viviente de los gigantes.

En los antiguos tiempos, existieron gigantescas piedras que andaban, hablaban, pronunciaban oráculos y hasta cantaban.

La PIEDRA de CRISTO, la ROCA ESPIRITUAL que seguía a ISRAEL, escrito está que se convirtió en JÚPITER-LAPIS devorado por su PADRE SATURNO bajo la forma de un pedernal.

Si no hubieran existido gigantes que moviesen rocas tan colosales, jamás hubieran tenido realidad, un Stonehenge, un Carnac (Bretaña), y otras semejantes construcciones Ciclópeas.

Si en los tiempos idos no hubiera existido sobre la faz de la tierra la verdadera y legítima ciencia Mágica, jamás hubiera habido tantos testimonios de piedras, "ORACULARES y PARLANTES".

En un poema atribuido a ORFEO, estas piedras son divididas en Ophités y Siderités, la PIEDRA SERPIENTE y la PIEDRA ESTRELLA.

La Ophités es áspera, dura, pesada, negra, y tiene el don del habla; cuando uno va a tirarla, produce un sonido semejante al grito de un niño. Por medio de esta piedra fue como HELENO predijo la ruina de TROYA, su querida Patria.

Antiquísimos documentos sagrados afirman que EUSEBIO jamás en la vida se separaba de sus Ophités y que recibía Oráculos de ellas, proferidos por una vocecita que se parecía a un tenue silbido, el mismo que escuchó ELÍAS o ELIJAH después del terremoto en la boca de la cueva.

La famosa piedra de Westminster era llamada LIAFAIL, la "PIEDRA PARLANTE" y sólo elevaba su voz para nombrar al rey que debía ser elegido. Esa piedra tenía una inscripción borrada ahora por el polvo de los siglos que decía: NI FALLAT FATUM, SCOTI QUOCUMQUE LOCATUM INVENIENT LAPIDEM, REGNASSE TENEN-TURIBIDEM.

SUIDAS habla de un hombre que podía distinguir de una ojeada las piedras inanimadas de las que estaban dotadas de movimiento. PLINIO menciona piedras que se apartaban cuando una mano se aproximaba a ellas.

Las piedras monstruosas de Stonehenge eran llamadas antiguamente CHIOR-GAUR o el baile de los Gigantes.

Varios autores muy eruditos hablando sobre las ruinas de Stonehenge, Carnac y West Hoadley, dan informes maravillosos sobre este asunto tan especial.

En esas regiones se encuentran inmensos monolitos, pesando algunos sobre 500.000 kilogramos. Fueron los gigantes de los antiguos tiempos quienes pudieron un día levantar esas moles, colocarlas en forma simétrica perfecta, y asentarlas con tal maravilloso equilibrio que parece que apenas tocan el suelo, y que aun cuando el contacto más ligero de un dedo las pone en movimiento, resistirían, sin embargo, la fuerza de veinte hombres que intentasen desplazarlas.

Fueron GIGANTES los que transportaron las piedras para la construcción de las pirámides de Egipto.

La PIEDRA OSCILANTE fue un medio de adivinación, usado por los gigantes, pero ¿por qué oscilan? Las más enormes de ellas son, evidentemente, reliquias de los ATLANTES; las más pequeñas, son las rocas de Brimham, con piedras giratorias en su cúspide, son copias de los Lithoi más antiguos.