Capítulo 37
Jesús promete perfeccionar a los discípulos en todo.
El Salvador respondió a Pedro diciéndole: "Muy bien, Pedro; ésta es la solución de su arrepentimiento. Bendito seas ante todos los hombres de la tierra porque yo te he revelado estos misterios. Amén, Amén te digo: Te perfeccionaré en toda plenitud desde los misterios del interior, hasta los misterios del exterior y te llenaré con el espíritu, de manera que serás llamado "espiritual, perfeccionado en toda plenitud". Y Amén, Amén, te digo: Te daré todos los misterios de todas las regiones de mi Padre y de todas las regiones del Primer Misterio, de manera que aquél que tú admitas en la tierra, admitido será en la luz de la altura; y aquél a quien expulses en la tierra, expulsado será del reino de mi Padre en el cielo. Pero escucha, por tanto y da oídos atento a todos los arrepentimientos que Pistis Sophía expresara".
"Ella continuó de nuevo y expresó el tercer arrepentimiento diciendo:
El Cristo Intimo siempre instruye a Pedro.
El Cristo Intimo revela los misterios a Pedro.
El Cristo Intimo tiene poder para perfeccionar a Pedro en todo su esplendor.
El Señor entrega al Pedro interior de cada uno de nosotros todos los misterios de todas las regiones del Padre y de todas las regiones del Primer Misterio.
Interesante resulta el Pedro secreto de cada uno de nosotros; admitido será en la luz de la altura quien él admita en la Tierra; y aquél a quien expulse en la Tierra, expulsado será del Reino del Padre en el cielo.
Es claro que Pedro es el Hierofante del sexo en nosotros. Tiene poder para abrir o cerrar las puertas de los cielos en nosotros y dentro de nosotros.
En verdad, en verdad os digo, que Pedro tiene las llaves del Reino.
En el sexo está el poder secreto que abre o cierra las puertas del Edén.
La Energía Sexual, correctamente orientada, abre las puertas del Paraíso.
La Energía Creadora, equivocadamente orientada, cierra las puertas del Paraíso.
El Azufre y el Mercurio son las dos llaves del Reino.
Estas dos llaves, la uno de oro, la otra de plata, en manos de Pedro, hacen Cruz.
Tercer arrepentimiento de Sophía.
1. - Oh! Luz de poderes, atiéndeme y sálvame.
2. - Que aquéllos que arrebaten mi luz carezcan de ella y permanezcan en la oscuridad. Que aquéllos que arrebaten mi poder se vuelvan al caos y sean puestos en vergüenza.
3. - Que vuelvan rápidamente a la obscuridad aquéllos que me lastiman y dicen: "Ahora somos sus amos".
4. - En cambio, que aquéllos que buscan la luz se regocijen y alborocen, y que quienes desean el misterio digan siempre: "Que el misterio sea exaltado".
5. - Sálvame pues ahora, Oh! Luz, pues carezco de mi luz, la cual ellos me han arrebatado; necesito mi poder el cual ellos me han quitado. Así pues, Oh! luz, tú eres mi Salvador, y tú eres mi redentor. Oh! Luz, sácame prontamente de este caos".
El Padre de todas las luces nos atiende y salva.
Los tenebrosos nos roban la Luz, ésta última se encuentra embutida dentro de los tenebrosos, viva personificación de nuestros defectos psicológicos.
Los tenebrosos se sienten amos de Sophía.
Las diversas partes del Ser buscan la Luz y desean el misterio de Sophía, quieren que Sophía sea exaltada.
Sólo la Luz puede sacar a Sophía del Caos.
El Anciano de los Días, por medio de su Hijo, el Cristo Intimo, el Redentor, puede salvar a Sophía, conducirla de las tinieblas a la Luz.
El Salvador puede salvar a Sophía, sacarla del Caos y llevarla al Aeón Trece.