Capítulo 123
María continuó nuevamente diciéndole al Salvador: "Mi Señor, si un hombre que ha recibido los misterios y no se ha hecho merecedor de ellos sino que se ha convertido en un pecador, y más adelante se ha arrepentido de nuevo con verdadero arrepentimiento - estará dentro de la Ley que mis hermanos restauren para él el misterio que ha merecido o más bien darle un misterio de los misterios menores,
¿estará esto dentro de la Ley o no?"
En caso de arrepentimiento sólo los misterios mayores pueden perdonar pecados ante aquéllos recibidos previamente a éstos.
El Salvador contestó diciéndole a María: "Amén, amén os digo: "Ni el misterio que él haya recibido ni el menor lo escuchará para perdonar sus pecados, sino los misterios que están más arriba de los que ha recibido quienes lo escucharán y perdonarán. Así pues María, dejad que vuestros hermanos le den el misterio mayor del que él haya recibido para que su arrepentimiento sea aceptado y sus pecados perdonados, -éste realmente porque lo ha recibido una vez más y aquéllos porque han destacado sobre ellos (los misterios menores) ascendentemente, -éste, que ha recibido, realmente no lo escucha para perdonar sus pecados; sin embargo es el misterio que está más alto que aquél que haya recibido el que perdona sus pecados. Pero por otro lado, él ha recibido los tres misterios en los dos espacios o en el tercero de adentro, y ha vuelto a profanarlos por lo que ningún misterio le prestará atención para ayudarlo en su arrepentimiento, ni el más alto ni el más bajo, a excepción del misterio del Primer Misterio y los Misterios del Inefable, -porque ellos son los que escuchan y aceptan su arrepentimiento."
María contestó diciendo: "Mi Señor, un hombre que ha recibido hasta dos o tres misterios en el segundo espacio o en el tercero y no los ha quebrantado sino que ha permanecido en su fe con rectitud y sinceridad, ¿qué sucederá con él?"
No hay límite para el número de misterios que puede recibir el que es leal y justo.
Y el Salvador contestó diciéndole a María: "Todo hombre que ha recibido misterios en el segundo y tercer espacio y no los ha quebrantado sino que ha permanecido en su fe con rectitud y sinceridad, es lícito para él recibir misterios en el espacio que le agrade desde el primero hasta el último, porque no los ha profanado."
María continuó diciendo: "Mi Señor, un hombre que ha conocido la Divinidad y que ha recibido los misterios de la Luz y luego los quebranta profanándolos y no se arrepiente, y por otra parte otro hombre que no ha encontrado la Divinidad ni la conoce y además es un pecador e impío. Si ambos han desencarnado. ¿Cuál de ellos sufrirá más en los juicios finales?"
El Destino del Gnóstico que peca es más terrible que el del pecador ignorante.
El Salvador contestó nuevamente diciéndole a María: "Amén, amén os digo: El hombre que ha conocido la Divinidad y ha recibido los misterios de la Luz y los profana sin arrepentirse, sufrirá en los castigos de los juicios finales con grandes amarguras y juicios en más alto grado que los impíos y transgresores de la Ley que no han conocido la Divinidad. Así pues, el que tenga oídos para oír que oiga."
María interpreta lo mismo de un antiguo refrán.
Luego, cuando el Salvador hubo dicho esto, María se adelantó y dijo: "Mi Señor, mi ser tiene oídos y yo he comprendido la palabra completa que tú has proferido. A este respecto, tú nos has dicho similarmente: "El esclavo que conoce la voluntad de su amo y no la cumple, recibirá grandes reveses. Pero el que no la conoce y no la cumple merecerá menos en grado más bajo. Porque a quien más se le confía más se le demanda y a quien más se le da, más se le exige." - es decir, mi Señor: El que ha ya conocido la Divinidad y haya encontrado los misterios de la Luz y los haya profanado será castigado con un castigo más grande que aquél que no los conozca. Esta, es la solución a la palabra."