Capítulo 50
Jesús elogia a Mateo y promete a sus discípulos que se sentarán con él en tronos.
Cuando Jesús escuchó estas palabras dijo: "Bien dicho Mateo. Ahora y por tanto, Amén, te digo: Cuando el número perfecto esté completo y el Universo listo, yo tomaré mi asiento en el Tesoro de la Luz, y vosotros os sentaréis en doce poderes luz, hasta que hayamos restaurado todos los órdenes de los doce salvadores a la región de las herencias de cada uno de ellos".
Y al terminar esto dijo: "¿Comprendéis lo que os digo?".
El número perfecto está completo dentro de nosotros cuando se ha logrado la reintegración del Ser.
El Universo interior de cada uno de nos queda listo cuando se ha logrado la reintegración total de todas las partes autónomas y auto- conscientes del Ser.
El trono del Cristo Intimo está precisamente en el Tesoro de la Luz.
Ya dijimos que al Tesoro de la Luz debemos buscarlo en las profundidades del Ser.
El Tesoro de la Luz es de oro, de diamantes y de toda piedra preciosa.
El Tesoro de la Luz es la Jerusalem Celestial.
La ciudad tiene doce mil estadios que representan a los doce trabajos de Hércules.
Los doce trabajos de Hércules se hacen en la Novena Esfera.
La Novena Esfera es sexual en un ciento por ciento.
La Jerusalem Celestial es la misma piedra filosofal.
Todas las calzadas de la Jerusalem Celestial son de oro puro.
La ciudad toda está llena de piedras preciosas.
El Cristo Intimo es la lumbrera de la Jerusalem Celestial.
Necesitamos destruir a Babilonia la Grande, madre de todas las fornicaciones y abominaciones de la Tierra.
Babilonia la grande es la ciudad psicológica que dentro de nosotros llevamos.
Si queremos crear a la Jerusalem Celestial dentro de nosotros mismos, debemos antes destruir a la gran Babilonia.
Las piedras preciosas simbolizando virtudes, el oro, las doce perlas, etc., constituyen el Tesoro del Señor, el Vellocino de Oro de los antiguos.
Nuestros lectores deben leer todo lo que de la Jerusalem Celestial se dice en el Apocalipsis de San Juan.
Es urgente edificar a la Jerusalem Celestial dentro de nosotros mismos, tenemos derecho a alimentarnos con los doce frutos del Arbol de la Vida.
No podríamos edificar la Jerusalem Celestial sin haber desintegrado antes los agregados psíquicos indeseables que en nuestro interior cargamos.
Los doce Apóstoles son en realidad doce partes de nuestro propio Ser Interior Profundo, doce poderes-luz.
Recordemos que la Jerusalem Celestial tiene doce puertas y que en cada puerta existe un ángel.
Estos doce ángeles son doce poderes-luz, doce partes del Ser.
Cada parte del Ser es inefable y terriblemente divina.
Las doce puertas son doce perlas de perfección.
Sólo con una caña de oro se puede medir la ciudad y sus puertas y sus muros.
La caña de oro representa la espina dorsal de los Adeptos.
La caña de oro es el Bastón de Brahmâ, la Vara de Aarón.
Los doce Salvadores son los mismos doce Poderes-luz.
Los órdenes de los doce Salvadores, los procesos de los doce Poderes- luz, deben ser restaurados en las Herencias de cada uno de ellos.
La Herencia perdida, la Herencia secreta, existe dentro de nosotros mismos.
Cada uno de los doce, dentro de nosotros mismos, tiene su Herencia secreta en la Gran Luz.
Tal herencia perdida es Luz, poderes cósmicos especiales, conocimientos extraordinarios que vienen de todas las eternidades, etc.
Cada uno de los doce, dentro de nosotros mismos, debe reconquistar su Herencia perdida.
Ciertamente, necesitamos comprender las enseñanzas del Cristo Intimo.
Necesitamos volvernos serios si es que en verdad queremos llegar a la integración de todas las partes autónomas y auto-conscientes del Ser.
Muchos son los aspirantes que creyendo ser serios no lo son.
Son muchos los que ingresan a nuestros estudios y luego se ponen a jugar con diversas doctrinas, ésos no son serios.
Son muchos los que habiendo conocido esta doctrina se ponen a jugar con esta doctrina.
Juegan con la Gnosis los gnósticos tibios que coquetean con otras doctrinas.
Son muchos los estudiantes de la Gnosis que jugando, ridiculizan a la Gnosis.
Dentro del Movimiento Gnóstico se han infiltrado muchos payasos.
No son serios aquéllos que no se han declarados enemigos mortales de sí mismos.
La cuestión aquella de las novedades, fascinan a los gnósticos que no son serios.
Gnósticos así, gnósticos que no son serios, gnósticos que andan buscando y jugando, fracasan definitivamente.
Sólo los gnósticos que trabajan sobre sí mismos pueden auto- realizarse integralmente.
Existen siete niveles del Ser.
María interpreta las palabras de Jesús.
María se adelantó diciendo: "Oh! Señor, respecto a esta materia tú nos has dicho hace tiempo algo semejante:
"Habéis esperado conmigo en las tribulaciones y yo os legaré un reino, como mi Padre ha legado en mí, y podréis comer y beber en mi mesa en mi reino; y os sentaréis en doce tronos y juzgaréis a las doce tribus de Israel".
Y El respondió: "Bien dicho María".
De nuevo continuó Jesús hablando a sus discípulos: "Y sucedió entonces, cuando las emanaciones de Obstinado oprimían a Pistis Sophía en el caos, que ella expresó su noveno arrepentimiento como sigue:
El primer nivel es el hombre instintivo.
El segundo nivel es el hombre emocional.
El tercer nivel es el hombre intelectual.
El cuarto nivel es el hombre equilibrado.
El quinto nivel es el de aquéllos que ya han fabricado el cuerpo astral.
El sexto nivel de hombres es el de aquellos que ya han fabricado el cuerpo mental.
El séptimo nivel de hombres es el de aquéllos que ya fabricaron el cuerpo causal.
Los hombres de los niveles primero, segundo y tercero, constituyen el círculo de la confusión de lenguas, la Torre de Babel.
Esas tres clases de hombres son las que tienen al mundo en desgracia, los que provocaron las primera y segunda guerras mundiales y los que provocarán la tercera.
Esos tres niveles de hombres no se entienden entre sí.
El nivel instintivo no entiende al intelectual.
El emocional no entiende al intelectual.
El nivel intelectual no entiende al emocional.
Los tres niveles superiores constituyen el Reino.
Los habitantes del Reino no han provocado las dos guerras mundiales.
Los hombres del cuarto nivel no están dentro del círculo de la confusión de lenguas, empero, tampoco están en el Reino.
Los Hombres del cuarto nivel nunca se identifican con un solo centro.
Los hombres del cuarto nivel manejan correctamente los cinco centros de la máquina.
Los cinco centros de la máquina son: intelecto, emoción, movimiento, instinto y sexo.
Los centros superiores son el emocional superior y el mental superior, mas éstos sólo pueden usarlos los habitantes del Reino.
María o Marah, la Mujer-Serpiente, nos recuerda al Reino que el Cristo Intimo nos promete.
Quienes saben sufrir con paciencia en las tribulaciones y trabajan sobre sí mismos, heredarán el Reino.
Obviamente, los hombres verdaderos son los habitantes del Reino.
Los habitantes del círculo infernal de confusión de lenguas no son hombres, son meramente mamíferos intelectuales.
Sólo los habitantes del Reino pueden comer y beber en la mesa del Señor.
Sólo las doce potestades dentro de nosotros mismos pueden sentarse en los doce tronos para juzgar a la humanidad entera, las doce tribus de Israel.
La humanidad entera, desenvolviéndose dentro de la matriz zodiacal, está dividida en doce tribus representadas por el Zodíaco.
Es ostensible que los doce, integrados, y todas las partes del Ser integradas, hacen del hombre un Dios, un Super- Hombre.
El Superhombre puede juzgar a las doce tribus de Israel.
Las doce tribus de Israel, repetimos, son la humanidad entera.
No está demás recordar que algunas personas nacen bajo Aries, otras bajo Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Acuario o Piscis.
Ahora podrá el lector comprender mejor lo de las doce tribus de Israel.
Las emanaciones del obstinado ego oprimen a Pistis Sophía incesantemente.
Noveno arrepentimiento de Pistis Sophía.
1.- Oh! Luz, aniquila a quiens han arrebatado mi poder y el poder de aquellos que han arrebatado el mío.
2.- Pues yo soy tu poder y tu luz. Ven y sálvame.
3.- Deja que las tinieblas envuelvan a mis opresores. Di a mi poder: yo soy aquél que habrá de salvarte.
4.- Que todos aquellos que me arrebaten mi luz totalmente se vean faltos de poder. Que sean enviados al caos y se vuelvan impotentes, sí, los que arrebaten mi luz totalmente.
5.- Que su poder se vuelva polvo y que Jeú, tu ángel, los aniquile.
6.- Y si llegasen a la altura, que la oscuridad los envuelva y resbalen y vuelvan al caos. Y que tu ángel Jeú los persiga y arroje a las tinieblas inferiores.
7.- Y pues que han puesto el poder rostro de León como una trampa para mí, a pesar que no les he hecho mal, su luz les será arrebatada; pues ellos han oprimido mi poder. Mas no serán capaces de quitármelo.
8.- Ahora y por tanto, Oh! Luz, retira la purificación del poder rostro de león, sin que él lo sepa -la idea que Obstinado había tenido de llevarse mi luz- y quítale su luz propia; que la luz le sea arrebatada al poder rostro de león, quien puso la trampa para mí.
9.- Mas mi poder se regocijará en la Luz y se alegrará de ser salvado por ella.
10.- Y todas las partículas de mi poder dirán: No hay más Salvador que tú. Pues tú me salvarás de la mano del poder rostro de león, quien me ha arrebatado mi poder, y me salvarás de las manos de aquéllos que se han llevado mi poder y mi luz.
11.- Pues ellos se han levantado contra mí, mintiendo acerca de mí y diciendo que yo conozco el misterio de la Luz que está en la altura (la Luz en la que he tenido fe), y me han constreñido (diciendo:) Dinos el misterio de la Luz de las alturas -el cual desconozco.
12.- Y se han vengado con todo este mal porque he tenido fe en la Luz de las alturas; y ellos han dejado a mi poder sin luz.
13.- Mas cuando me constreñían, y me senté en la obscuridad y mi alma se doblegó, lamentándose.
14.- Realízalo, Oh! Luz, -por esta razón te ensalzo- sálvame. Yo sé que me salvarás porque he cumplido en todo momento tu voluntad, desde que estaba en mi aeón. Cumplí tu voluntad como los invisibles que están en mi región, y como mi par; y lloraba buscando incesantemente tu luz.
15.- Ahora todas las emanaciones de Obstinado me han rodeado y se han regocijado, por mi causa, y me han oprimido dolorosamente sin yo conocerlas. Y han volado lejos y cesado de oprimirme, pero no han tenido piedad de mí.
16.- Han vuelto y me han vejado y oprimido en gran opresión y han clavado sus dientes en mí, deseando arrebatarme mi luz por completo.
17.- ¿Durante cuánto tiempo permitirás, Oh! Luz, que me opriman? Salva mi poder de sus malos pensamientos y sálvame del poder rostro de león; pues soy la única de los invisibles que está en esta región.
18.- Te cantaré alabanzas, Oh! Luz, en medio de quienes se unen contra mí, y te gritaré en medio de quienes me oprimen.
19.- Ahora y por tanto, Oh! Luz, no permitas que quienes me odian y desean arrebatarme mi poder, se regocijen en mi pena -ésos que me detestan y me arrojan miradas fulgurantes, aun cuando yo nada les he hecho.
20.- Ciertamente, ellos me han adulado con dulces palabras, interrogándome sobre los misterios de la Luz, los que desconozco, y taimadamente han hablado mal de mi y se han irritado porque yo he tenido fe en la luz de la Altura.
21.- Han abierto sus fauces frente a mí y dicho: Ciertamente, le arrebatamos su luz.
22.- Ahora puse, Oh! Luz, conoces su culpa; no pongas tu ayuda lejos de mí.
23.- Reivindícame y véngame con prontitud, Oh! Luz.
24.- Y júzgame según tu bondad. Así pues Oh! Luz de luces, no permitas que me arrebaten mi luz.
25.- Y no dejes que digan en sus corazones: "Nuestro poder está sediento de su luz". Y que no digan: "Hemos consumido su poder".
26.- Sino más bien permite que la obscuridad llegue hasta ellos, y que quienes desean arrebatarme mi luz, se vuelvan impotentes. Que el caos y las tinieblas envuelvan a quienes digan: "Le arrebataremos su luz y su poder".
27.- Ahora y por tanto, sálvame, y que yo me regocije, pues suspiro por el decimotercer aeón, la región de la Virtud, y que siempre diré: Que la luz de tu ángel Jeú brille más y más.
28.- Y mi lengua cantará alabanzas a ti en tu gnosis, durante todo el tiempo, en el decimotercer aeón".
El Cristo Intimo debe arrebatar el poder a quienes arrebataron el poder al iniciado.
El poder y la Luz del Cristo están en Pistis Sophía.
Las tinieblas envuelven a los opresores, éstos últimos son los elementos psíquicos indeseables que en nuestro interior cargamos.
Pistis Sophía, como Poder-Sabiduría, debe humillarse ante el Cristo Intimo.
Los demonios rojos de Seth arrebatan la luz al Iniciado, se roban parte de la Conciencia de éste.
Los demonios rojos de Seth, esto es, los agregados psíquicos que en nuestro interior cargamos, deben caer en el lago ardiente con fuego y azufre que es la muerte segunda.
Cuando el poder del ego se vuelve polvo surge la iluminación de Jeú.
Jeú es el iluminador, una de las partes auto- conscientes del Ser.
Jeú desarrolla en cada uno de nos el sentido de la auto-observación psicológica.
Jeú puede, además, perseguir y arrojar a los demonios rojos de Seth al Caos.
El poder del León de la Ley es terrible y los tenebrosos aprovechan los momentos más difíciles para hacerle la vida amarga a los iniciados.
Los agregados psíquicos oprimen al poder de Pistis Sophía, mas jamás lograrán arrebatar el poder íntimo de Pistis Sophía.
El poder del León de la Ley es terrible y mediante el dolor intenta purificarnos.
Pistis Sophía quiere un bálsamo para su adolorido corazón y suplica que rostro de león le permita descansar de tanta amargura.
Hay que quitarle al obstinado ego su luz fatal.
Las tinieblas del ego y del Abismo es otro modo de la luz, diríamos, luz de la gama del infrarrojo.
La luz del poder rostro de león es Luz-Justicia, y Pistis Sophía, desesperada, protesta contra el Karma, contra la Ley.
El poder de Pistis Sophía se regocija en la Luz y se alegra de ser salvada por ella.
El poder rostro de león arrebata el poder al iniciado.
Obviamente, el iniciado caído pierde sus poderes.
La Luz es nuestro Salvador, ella tiene su origen en el fuego, ella es el Fuego.
La Luz, el Fuego, Inri, nos salva del poder del León de la Ley.
Pistis Sophía necesita ser salvada de las manos de esos que se robaron su poder.
Contra Pistis Sophía se levantan los tenebrosos.
El misterio de la Luz que está en la Altura es desconocido. Raros son Aquellos que conocen el Gran Misterio.
El poder sin luz de nada sirve.
En la obscuridad, el Alma se doblega llena de dolor.
Sólo la Luz puede salvarnos cuando cumplimos en todo momento su voluntad.
Recordemos que el Padre que está en secreto es el Padre de todas las luces.
El Señor profundo se encuentra siempre en el Aeón Trece.
Sin embargo, es necesario saber que nuestro Budha interior es tan sólo el desdoblamiento de Adhi-Buddha, el Inmanifestado.
Adhi-Buddha es el Incognoscible e Inmanifestado Señor. Cada uno de nosotros tiene su Adhi- Buddha.
No es posible conocer durante el Gran Día Cósmico al Inmanifestado Adhi-Buddha.
Ahora comprendemos por qué Jesús el Gran Kabir, hablaba siempre de Jeú, el Padre de su Padre.
No entenderíamos todos estos Misterios de la Luz si no supiéramos algo sobre los dos Unos, el Manifestado y el Inmanifestado.
Aelohim es el Uno Incognoscible e Inmanifestado.
Elohim es el Uno Manifestado.
Moises prohibió hacer imágenes de Aelohim, mas nunca prohibió cincelar, alegorizar al Manifestado Elohim.
Resulta imposible simbolizar, alegorizar al Incognoscible.
Empero, al Manifestado, al conocido Elohim, sí se le puede alegorizar, simbolizar.
El manifestado Elohim está constituído por el Demiurgo creador del Universo.
El Fuego Sagrado emana de entre las entrañas de Aelohim.
Fohat, el Fuego, las inteligentes llamas, surgen de entre el seno de Aelohim.
La Inteligencia Cósmica es el Fuego, los Creadores, los Inefables que emanan de entre las entrañas del Incognoscible al iniciarse la Aurora de la Creación en cualquier Universo.
Ningún Budha de contemplación puede integrarse con Adhi-Buddha antes de la Noche Cósmica.
Terribles son los Misterios de la Luz y sólo Adhi-Buddha los conoce totalmente.
Los invisibles que están en la región del Aeón Trece y el Par o Alma gemela de cualquier Iniciado, saben hacer la voluntad del Padre de todas las luces.
Los demonios rojos de Seth oprimen totalmente a Pistis Sophía sin sentir por ella piedad alguna.
Los agregados psíquicos inhumanos que en nuestro interior cargamos se procesan en siete niveles.
Cuando Pistis Sophía piensa que ya se ha liberado nuevos ataques de los tenebrosos le hacen sufrir.
Los tenebrosos clavan sus dientes en Pistis Sopía deseando arrebatarle su luz por completo.
Resulta casi imposible la liberación final debido, precisamente, al hecho concreto de que el doloroso proceso del yo se desenvuelve de acuerdo a la Ley del Siete.
Los agregados psíquicos, en los siete niveles del Ser, hacen casi imposible la liberación de Pistis Sophía.
Sólo la Gran Luz puede salvar a Pistis Sophía del poder del León de la Ley y del poder de los tenebrosos.
Debemos cantar alabanzas a la Luz en medio de quienes se unen contra nosotros y en medio de quienes nos oprimen.
Los agregados psíquicos odian a Pistis Sophía en nosotros y dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.
Los agentes de las tinieblas adulan al iniciado aunque después le apedreen.
Es ostensible que los tenebrosos hablan mal del iniciado porque no le comprenden; ignoran los infieles la sabiduría que se esconde tras cada hecho de la vida de los Adeptos.
Quieren los infieles que los Adeptos se muevan exclusivamente dentro de los carriles de los dogmas.
Los hechos de los iniciados provocan la ira de los demonios.
La Luz de las Alturas, en la cual tienen fe los Adeptos, origina acciones que los infieles califican de acuerdo con sus torpes prejuicios y preconceptos.
Se enfurecen los infieles contra los Adeptos y dicen: "Le arrebataremos su luz".
La Luz conoce la culpa de los tenebrosos y ayuda a Pistis Sophía.
La Luz habrá de reivindicar a Pistis Sophía.
La Luz puede juzgar a Pistis Sophía según su bondad.
La Luz de Luces es el Anciano de los Días.
Los tenebrosos quisieran decir de Pistis Sophía: "Nuestro poder está ahíto de luz".
Los tenebrosos quisieran consumir el poder de Pistis Sophía.
La oscuridad está en las regiones tenebrosas. Los tenebrosos son impotentes ante la Luz.
El caos y las tinieblas envuelven a quienes desean arrebatar la luz y el poder a Pistis Sophía.
Entre los sephiroth Binah y Chesed está el primer Caos, aquél del cual surge el Cosmos.
En Jesod- Mercurio, centro sexual humano, existe el segundo Caos, aquél del cual brotan los principios fundamentales del hombre.
Bajo los Trece Aeones, en la región de los Klippoth, en el mundo soterrado, existe el tercer Caos, los Mundos Infiernos.
La región del Aeón Trece es la región inefable de la virtud, la mansión de los Adeptos.
Jeú, el Angel del Aeón Trece, brilla dando la suprema iluminación a los Adeptos.
Jeú está dentro de las más incógnitas realidades de nuestro propio Ser. Jeú es el Príncipe de las faces, el Angel del Anciano de los Días, una de las partes más elevadas de nuestro propio Ser.
En el Decimotercer Aeón el Adepto canta alabanzas al Océano de la Gran Luz.