Capítulo 49
Cuando Jesús hubo hablado, Mateo se adelantó y dijo: "Mi Señor, tu espíritu se ha agitado en mí y tu luz me ha vuelto sabio para proclamar este octavo arrepentimiento de Pistis Sophía, pues tu poder ha profetizado sobre ello tiempo atrás, a través de David, en su Salmo treinta, diciendo:
Mateo, según la ciencia, dice siempre cosas terriblemente divinas.
Ciertamente, Mateo es el Apóstol de la Ciencia pura.
El evangelio de Mateo da todos los datos científicos para reconocer los tiempos del fin.
Lo importante para nosotros es nuestro propio Mateo, el Mateo interior.
Incuestionablemente, el Mateo es una de las doce partes de nuestro propio Ser individual.
La Ciencia pura es conocida y enseñada por Mateo.
El Cristo Intimo enseña a Mateo.
La Luz del Señor ilumina a Mateo.
La sabiduría del Cristo Intimo ilumina a Mateo.
Mateo cita el Salmo treinta.
Mateo interpreta el octavo arrepentimiento según el salmo XXX.
1. - En ti, Oh! Señor, he confiado. Permite que jamás sea expuesto a la ignominia. Sálvame según tu justicia.
2. - Inclina tu oído hacia mí; sálvame prontamente.
3. - Pues tú eres mi sostén y mi refugio. Por tu nombre, tú me guiarás y me alimentarás.
4. - Y tú me sacarás de esta red que ellos han tendido en secreto para mí, pues tú eres mi protección.
5. - En tus manos pondré mi espíritu, tú me has redimido, Oh! Señor, Dios de verdad.
6. - Tú has aborrecido a aquéllos que se aferran a la vanidad; mas yo he confiado.
7. - y me regocijaré en mi Señor y me alegraré en su gracia. Pues tú has visto mi humildad y has librado a mi alma de sus necesidades.
8. - Y no me has arrojado a manos de mis enemigos; me has puesto en pie, en un espacio abierto.
9. - Sé bondadoso conmigo, Oh! Señor, pues me veo afligido; mis ojos se perturban con la ira y mi alma y mi cuerpo.
10. - Se han malgastado mis años en tristezas y mi vida se pierde en suspiros. Mi poder se debilita en mi miseria y mis huesos están separados.
11. - He llegado a ser la mofa de todos mis enemigos y mis semejantes. Me he convertido en un problema para mis amigos y quienes me ven se alejan de mí.
12. - En sus corazones permanezco olvidado como un cadáver y he llegado ha ser como un barco en ruinas.
13. - Pues yo he escuchado la mofa de muchos que me rodean y que, agrupándose contra mí, se aconsejan para arrebatarme mi alma.
14. - Mas yo he confiado en ti, Oh! Señor, y he dicho: Tú eres mi Dios.
15. - Mi destino está en tus manos. Sálvame de las manos de mis enemigos y líbrame de mis perseguidores.
16. - Revela tu rostro a tu siervo y libérame según tu gracia, Oh! Señor.
17. - No permitas que sea puesto en vergüenza, pues yo te he llamado. Deja que los impíos sean puestos en vergüenza y vueltos al infierno.
18. - Que los labios de los hipócritas enmudezcan; esos labios que hablan inícuamente contra el justo con soberbia y mofa".
El Señor puede salvarnos según su justicia.
Hacer la Justicia en nosotros es lo trascendental.
La energía del Espíritu Universal tiene su representación en la espada flamígera y esta última se corresponde con el sol.
La balanza, en sí misma y por sí misma, indica la necesidad de los pesos y las proporciones.
En Alquimia, el libro abierto tiene un sentido extraordinario.
El sentido del libro abierto, caracterizado por la solución radical del cuerpo metálico, el cual abandona sus impurezas y cede su azufre, es profundamente significativo.
Libro cerrado es el símbolo general de todos los cuerpos brutos, minerales o metales, tal como la naturaleza nos los proporciona o la industria humana los entrega al comercio.
El Azogue en bruto, esto es, el Esperma Sagrado aún no trabajado, es un libro cerrado. Necesitamos abrir ese libro.
Desde otro ángulo, el libro abierto es el Libro de la Ley de la Justicia.
Justicia, León, Balanza y Espada, se encuentran asociados íntimamente.
La sobreste de armiño que luce la Justicia está bordada de rosas y perlas.
La Diosa de la Justicia tiene la frente ceñida por una corona bucal.
La espada de la Justicia tiene un pomo ornado con un sol radiante.
El peplo, que la recubría por completo, ha resbalado a lo largo del cuerpo, y retenido por la saliente del brazo se dobla en su parte inferior.
La Justicia dentro de nosotros es una parte auto- consciente del Ser.
La Justicia dentro de nosotros debe auto- realizarse íntimamente.
Minerva, hija de Júpiter, dentro de nosotros y como parte autónoma y auto-consciente del Ser, es la virtud cardinal de la Justicia.
Minerva es también Sabiduría Divina y pleno conocimiento de todas las cosas.
Minerva, Diosa de la Sabiduría y Señora de la Justicia, es la flor de la Gran Obra, la Rosa Mística.
Es la Justicia una Virgen con la corona de oro, blanca túnica y manto púrpura.
La Diosa de la Justicia luce en el pecho una rica joya.
La Diosa de la Justicia apoya el pie izquierdo en una piedra cúbica.
La honda significación de todo esto la explicaremos en nuestro próximo libro titulado "La Gran Obra".
En todo caso, necesitamos Auto- realizar íntimamente a la Diosa de la Justicia dentro de nosotros mismos.
El Cristo- Señor nuestro, dentro de nosotros mismos, puede salvarnos según la Justicia.
En modo alguno podríamos auto-realizar íntimamente a Minerva dentro de nosotros mismos si no pasáramos antes por la Aniquilación budhista.
El Señor Intimo es nuestro Dios Protector.
Debemos aniquilar los agregados psíquicos y refugiarnos en el Señor.
El Señor puede sacarnos de la red despiadada tendida por el enemigo secreto.
En manos del Cristo Intimo debemos poner nuestro espíritu.
El Señor rechaza a aquéllos que se aferran a la vanidad.
El Señor auxilia a quienes luchan por desintegrar los agregados psíquicos de la vanidad.
En modo alguno sería posible mantener correctas relaciones con el Señor Intimo y con todas las partes independientes y auto-conscientes del Ser si no aniquilamos antes todos los agregados psíquicos de la vanidad.
La vanidad destruye las posibilidades de la iluminación.
Grandiosa es la iluminación, mas ésta sólo es posible aniquilando a los agregados psíquicos de la vanidad.
La iluminación es una gracia del Señor.
Sólo los humildes pueden recibir la iluminación por gracia del Señor.
Quienes no han aniquilado los agregados psíquicos del orgullo, en modo alguno podrían llegar a la iluminación.
El Señor nunca nos arroja en manos de nuestros enemigos interiores.
Uno se asombra ante la locura de la ira, los ojos de los iracundos revelan demencia total.
Gentes muy devotas dentro de su templo, aparentemente muy sencillas, se vuelven espantosas durante los ataques de ira.
Gentes que estudian nuestras enseñanzas, algunas hasta dedicadas a la disolución de los agregados psíquicos indeseables que en nuestro interior cargamos, de pronto, llenos de grande ira, rasgan sus vestiduras, truenan y relampaguean.
Múltiples son los agregados psíquicos de la ira, los hay de celos, o por odio, o por cualquier deseo frustrado, o por motivos monetarios egoístas, o por asuntos de pleitos, o por terror, o por estados de ánimo, mente, cuerpo y lengua, etc., etc., etc.
Uno debe auto- observarse durante un ataque de ira para especificar realmente cuál es la clase de ira que nos invade en un momento dado.
A veces la ira se debe al amor propio o a la vanidad herida.
A veces se debe la ira al orgullo herido.
La ira se asocia con muchos agregados psíquicos.
El iracundo fracasa en la Gran Obra del Padre.
Hay que dirigir el rayo del Kundalini contra cualquier agregado psíquico de la ira, para perforarlo y desintegrarlo atómicamente.
Quienes no trabajan sobre sí mismos malgastan su vida en la tristeza o en vanos placeres que sólo dejan decepción y su vida se pierde en suspiros.
Quienes no trabajan sobre sí mismos, aquí y ahora, se vuelven cada vez más incapaces, y sus enemigos interiores, los demonios rojos de Seth, viva personificación de sus defectos psicológicos, se burlan de ellos.
Quienes no trabajan sobre sí mismos, no solamente están llenos de problemas sino además y lo que es peor, son un problema para las distintas partes independientes del Ser.
Toda persona que tenga ego, yo, estorba en todas partes, perjudica, se daña a sí mismo y daña a los demás.
Quien tenga ego es un problema para sí mismo y para sus amigos.
Cualquier persona con ego o yo es como un barco en ruinas, navega por el océano de la vida cargando su miseria.
Debemos trabajar sobre nosotros mismos y entregar nuestro espíritu al Dios Interior.
El Cristo Intimo se aleja de la vanidad.
La vanidad es charlatana por naturaleza y cuando es herida truena con grande ira.
Muchos son los Santos que se han revestido con le ropaje de la vanidad.
Aristipo se vistió con una túnica vieja llena de remiendos y agujeros, empuñó el báculo de la filosofía y se fue por las calles de Atenas, cuando Sócrates le vio venir, exclamó: "¡Oh Aristipo! Se ve tu vanidad a través de los agujeros de tu vestidura".
La vanidad y el orgullo suelen asociarse peligrosamente.
Una persona rica compraría un choche de principios de siglo para tenerlo en su casa, tal capricho por puro orgullo; mas por vanidad preferiría un flamante automóvil para andar por las calles de la ciudad.
Muchas cosas que por vanidad aceptaríamos, por orgullo rechazaríamos.
La ira, el orgullo y la vanidad impiden las correctas relaciones íntimas con las distintas partes independientes del Ser.
Nuestros enemigos interiores, los demonios rojos de Seth, se aconsejan para arrebatarnos el Alma.
¿De qué serviría conquistar todos los reinos del mundo si perdemos el Alma?.
El Alma son Leyes, Fuerzas, Virtudes Divinales, Poderes, etc.
Pierde su Alma quien no la cristaliza en sí mismo.
Ya dijimos que si el agua no hierve a cien grados, no se disuelve lo que debe disolverse y no cristaliza lo que debe cristalizar.
Así también, si no pasamos por grandes crisis emocionales, no se disuelven los agregados psíquicos y tampoco cristalizamos Alma.
Repetimos que necesitamos cristalizar Alma.
Cada vez que se desintegra un agregado psíquico, cristalizamos alguna virtud o algún poder o alguna ley, etc.
Así llegaremos a cristalizar toda el Alma, así poseeremos nuestra Alma.
Hasta el mismísimo cuerpo debe convertirse en Alma.
Quien pierde su Alma desciende a los Mundos Infiernos.
Debemos trabajar sobre sí mismos y confiar en nuestro Dios Intimo.
Nuestro Dios Interno puede salvarnos de nuestros enemigos interiores.
El Señor puede mostrar su rostro a su siervo si éste último está trabajando sobre sí mismo.
El Señor puede salvarnos según su gracia.
Los impíos serán puestos en vergüenza y puestos en los Mundos Infiernos. Los impíos son los demonios rojos de Seth.
Los labios de los hipócritas hablan contra aquéllos que han realizado a la Diosa de la Justicia dentro de sí mismos.
Los hipócritas se creen santos y hablan contra los Alquimistas que han realizado a Minerva dentro de sí mismos.
Los hipócritas se creen santos y hablan lo que no saben.
Los hipócritas calumnian al Adepto que consigue un Vaso Hermético para su trabajo de laboratorio.
Los hipócritas fariseos rasgan sus vestiduras y truenan y relampaguean ante lo que desconocen.
Creen los hipócritas que saben y ni siquiera saben que no saben.
Los hipócritas fariseos de hoy, de ayer y de todos los tiempos, se atreven a calumniar y a juzgar hasta a los mismos Maestros de la Logia Blanca.
Sepulcros blanqueados son los hipócritas, perversa generación de víboras.
Meten su nariz los hipócritas donde no deben y juzgan lo que creen que saben pero que en verdad no saben.
¿Es acaso un delito conseguir un Vaso Hermético cuando no se tiene tal Vaso?.
¿Qué saben los hipócritas fariseos sobre la vida íntima de los Sabios?.
Empero, los fariseos se atreven a atacar a los Adeptos de la Gran Obra.
Nunca fariseo alguno se creyó equivocado.
Los fariseos odian al Cristo y lo vituperan cada vez que viene a la Tierra.
Se levantaron y se levantan y se levantarán en rebelión los fariseos, contra el Señor que viene a enseñarlos.
Los fariseos, creyéndose sabios, juzgan al Cristo y lanzan piedras contra él.
Lo más grave es la ingratitud de los fariseos, atacan al Cristo con las mismísimas palabras y enseñanzas que aprenden del Señor.
Usan las palabras del Señor para atacar al Señor.
Cuán absurdo es juzgar por las apariencias y lanzar piedras contra el Cristo.
Horrible Karma caerá sobre los hipócritas fariseos.
Los fariseos hipócritas involucionan en el reino mineral sumergido de los Mundos Infiernos.
La muerte segunda y el lago ardiente de fuego y azufre aguardan a los fariseos hipócritas.
El yo fariseo existe dentro de cada persona. ¡Ay de aquéllos que no disuelvan al yo fariseo!.
Hasta los hombres y las mujeres más virtuosas pueden caer en el abismo de perdición si no desintegran al yo fariseo.